sábado, 30 de noviembre de 2013

1. A tu novia / esposa: ¿Te vas a comer todo eso tú sola?
Si dices este tipo de cosas, definitivamente no sabes nada sobre las mujeres, nada. Te recomendamos madurar (ya es hora). Leer a Nina Rancel puede ser un primer paso.

2. A tu mejor amigo: No, no estoy de ánimos para una cerveza. Yo pediré un jugo natural.
Con los amigos no se desperdician las oportunidades para brindar. No te decimos que te embriagues cada vez que salgas, pero una bien fría –mínimo- no se desprecia nunca.

3. Al mesonero: ¿Puede traer más pan con ajo?
Lo mismo aplica con las “arepitas” con nata. Vamos, por favor, esa época en que te devorabas los aperitivos quedó en el pasado cuando sólo salías a restaurantes con tus papás.

4. Al chef: ¿Usted se lavó las manos, verdad?
Da igual si te quieres hacer el gracioso o si lo dices en serio porque estás obsesionado con los gérmenes. Decir algo así es una metida pata de proporciones irreparables. Piensa antes de hablar.

5. A una mujer en la primera (y en muchas) cita(s): ¿Dividimos la cuenta?
Simplemente, no. Tú la invitas. Punto y final.

6. Al mesonero cuando trae la cuenta: ¡Ruego a Dios por que pase!
Es normal que en algunas ocasiones de crisis financiera sintamos nervios al entregar la tarjeta de crédito –que te digan “salió rechazada” da mucha vergüenza- pero ese nerviosismo nunca debe salir a relucir, ¡menos a manera de chiste barato!

7. A tu jefe: ¿Que paga la empresa? Whisky 18 años y langosta, por favor.
Felicidades, si dices eso quedarás  como la persona más desagradable de tu oficina. Al mismo nivel que George Constanza (si ves Seinfeld, sabrás a qué nos referimos).