
(Foto AFP)
Setsuya Nakada, profesor de vulcanología en la Universidad de Tokio y uno de los especialistas a cargo de la investigación, aseguró luego de sobrevolar la zona que la actividad volcánica en la nueva isla continúa, pero que el magma se habría solidificado y endurecido en la superficie, indicios de que la formación puede quedar permanentemente. Este pequeño islote, el primero en emerger en Japón en 27 años, se formó como consecuencia de una erupción en una zona que no registraba actividad volcánica en casi 40 años.
Las islas tienen diversos orígenes y de acuerdo a ello se dividen en dos grandes grupos.
Las continentales se forman por el avance de procesos erosivos lentos y sostenidos o cortos pero intensos, que separan fragmentos de un continente como el caso de Gran Bretaña y Japón. Las oceánicas son consecuencia de la actividad volcánica y se levantan del fondo del mar. La nueva formación japonesa se ubica en esta segunda categoría.
No es el único caso en el último tiempo. El 24 de septiembre, un terremoto de 7.7 grados en la escala Richter dejó en Pakistán un saldo de 515 muertos y 700 heridos, en lo que fue uno de los sismos más fuertes de la década en ese país. Pero no fue lo único. En apenas media hora emergió, a unos 200 metros de la costa de Gwadar, una isla de 214 metros de longitud y 16 de altura.
Su superficie es una mezcla de barro, arena fina y roca sólida. Los especialistas creen que, a diferencia de la isla de Japón, su vida será corta.
En el mismo lugar ya había aparecido una formación similar, en 1935, pero desapareció de golpe y misteriosamente.